martes, 1 de mayo de 2007

Corre, que me da la risa





A veces creo que no voy a poder frenarme nunca.
A veces creo que voy a morir de un infarto (cerebral) antes de podernos ir de viaje. No tan a veces suelo pensar que cuando muera, lo haré creyendo que soy otra persona, y moriré mentalmente mucho antes que fisiologicamente. Y si no, hay muchas posibilidades de que muera este próximo 18 de mayo, junto a todos mis compañeros, y por mí primero.
Me estoy leyendo un libro que me está cambiando la vida: La insportable levedad del ser (hola lucy!). Es como leer una biografía de ti mismo, como si cada página se escribiera con lo que has pensado la noche anterior, con cómo te has sentido la semana pasada, y sin duda, es una premonición de cómo te sentirás de aquí a unos años/meses/días.
A veces creo que vivo en un constante deseo de caer.


A veces creo que vivo en la cima de la pirámide de Maslow, que tengo unas nuevas necesidades no clasificadas, no nominalizadas, las cuales no puedo satisfacer, y por ello sufro ("porque el hombre no se conforma con vivir, quiere vivir bien"). ¿Qué puede querer el hombre una vez auto-realizado? ¿Serán las religiones la alternativa de los hombres auto-realizados con sed de "ir más allá"? ¿Qué pasa cuando alguien completa todas las necesidades estipuladas? ¿Esque psicologicamente no existen más? ¿Nadie puede querer nada más?




"La idea de no poder ser más feliz de lo que ya he sido, precisamente me hace no serlo."
Alicia Plaza




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